En el periodo conocido como entre guerras, exactamente en 1934, el alemán Joseph Hubertus Pilates publicó un libro que, a la altura de los años, resulta visionario en estos tiempos: Health (Tu Salud). Pilates expone en sus páginas los fundamentos de la Contrología, un sistema de ejercicios diseñado no solo para fortalecer el cuerpo, sino también para lograr una armonía con la mente. Su objetivo era prevenir enfermedades, corregir deformaciones y promover una vida plena a través del movimiento consciente.
En pleno siglo XXI, en una era dominada por pantallas, sedentarismo y malos hábitos posturales, muchas de las palabras de Pilates suenan como una advertencia, no ya premonitoria, sino de urgente cumplimiento. Hay un capítulo de especial interés para madres y padres de estos tiempos, porque lo que el autor escribió hace más de ochenta años sobre la importancia de educar a los niños en la actividad física parece ser de gran ayuda en nuestra época.
El capítulo ocho de Health, titulado “Lo primero es educar a los niños”, resulta especialmente revelador. En este apartado, Pilates señala que la formación física y mental debe iniciarse en la infancia, no solo para evitar problemas de salud, sino para sentar las bases de una vida equilibrada.
“Es de primordial importancia que el niño sea formado en los grandes principios del equilibrio de Cuerpo y Mente”, apunta en la página 42, insistiendo en que la educación corporal debe ser tan prioritaria como la académica.
El enemigo invisible: la inactividad digital
Hoy, los niños pasan demasiado tiempo frente a celulares, tablets, computadoras y televisores. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80% de los adolescentes no realiza suficiente actividad física, fenómeno que agravado con el auge de los videojuegos y las clases virtuales. Las consecuencias están visibles: cuerpos cada vez más frágiles. Los dolores de espalda, cifosis, problemas respiratorios y sobrepeso se han vuelto común entre niños y niñas.
Sin conocer el auge que habrían de tomar los dispositivos electrónicos y la fascinación que ejercen en todos, especialmente en los niños, Joseph Pilates describió con precisión un infante con mala postura: hombros caídos, abdomen prominente, articulaciones bloqueadas, pies en ángulos incorrectos. La descripción coincide con los efectos que ejerce una exposición en exceso ante las pantallas.
El autor advierte que estas «desalineaciones» no sólo resultan un problema estético: pueden derivar en deformaciones permanentes como pies planos, piernas arqueadas y desviaciones de la columna. Y lo más alarmante es que muchas de estas condiciones comienzan a gestarse en silencio durante la infancia, manifestándose con gravedad en la adultez.
La respiración, primer paso hacia la salud
Uno de los aportes más revolucionarios de Pilates es su énfasis en la respiración como base del bienestar físico. Para él, aprender a respirar correctamente es el primer paso antes de cualquier actividad física.
“Para poder obtener algún beneficio real de los ejercicios físicos, hay que aprender primero a respirar correctamente: esa función de importancia primordial requiere un adiestramiento individual, no solo mediante preceptos, sino con el ejemplo” (p. 42).
La clave, según el autor, es vaciar los pulmones por completo. Este proceso, que considera un arte, permite oxigenar el rganismo de forma adecuada y activar músculos profundos que sostienen la postura. Aunque al principio resulta un tanto complicado, la práctica constante logra expandir la capacidad pulmonar y, como efecto colateral, mejora la alineación del cuerpo. “El pecho se hinchará como un globo y, al mismo tiempo, hará entrar en juego prácticamente a todos los demás músculos del sistema. Así la postura del niño pasará a ser normal” (p. 44).
Respirar profundamente no solo beneficia al cuerpo, también calma la mente, ofreciendo un recurso valioso frente al ritmo acelerado y fragmentado del mundo digital.
La Contrología como herramienta educativa
Más que un método de entrenamiento, Pilates concibió la Contrología como una ciencia educativa. Su meta era enseñar a moverse de manera consciente, a controlar los músculos y articulaciones, y hacer consciente al individuo de cada acción física que realizara.
«Hay que aprender primero a respirar correctamente…» Pilates.
Incorporar los ejercicios de Pilates en la rutina infantil no significa entrenamientos extenuantes. Al contrario, las clases suelen presentarse como juegos que trabajan equilibrio, coordinación, fuerza y flexibilidad. Como acuerdan en subrayar tantos instructores, lo fundamental es que los niños aprendan a conocer su cuerpo, algo que rara vez ocurre en la educación física tradicional, donde el énfasis suele ponerse en el rendimiento deportivo y no en la conciencia corporal.
Una visión adelantada a su tiempo
Lo fascinante de Tu Salud es su vigencia. Aunque fue escrito en un contexto histórico completamente diferente —en la mediada en que se desarrollaba la televisión, pero antes de las computadoras y los teléfonos móviles—, el diagnóstico de Pilates sobre los peligros del sedentarismo y la mala educación física parece anticipar llos riesgos de la dependencia actual a estos dispositivos que, si útiles, terminan siendo adictivos.
Su propuesta sigue siendo radical porque plantea una responsabilidad compartida: padres, maestros y profesionales de la salud deben trabajar juntos para garantizar que los niños reciban no solo educación intelectual, sino también física y emocional antes las tentaciones del presente.
Algunos colegios y centros de salud han comenzado a incorporar Pilates como parte de sus programas para la infancia. Sin embargo, todavía se trata de una práctica minoritaria frente al enorme desafío que representan las pantallas, y el problema no radica únicamente en el tiempo que un niño pasa sentado, sino también en la postura corporal que adopta: cabezas inclinadas hacia adelante, hombros cerrados, respiración superficial y músculos abdominales inactivos. Esta combinación, mantenida durante años, y como ya ha quedado dicho, deja huellas difíciles de revertir.
La solución no pasa por prohibir la tecnología, sino por ofrecer herramientas concretas para contrarrestar sus efectos. En este sentido, el método Pilates se presenta como alternativa accesible y eficaz. No requiere equipos costosos ni instalaciones complejas: basta con un espacio reducido, una colchoneta y la guía adecuada.
Un mensaje vigente y urgente
Joseph Pilates creía firmemente que el movimiento era una especie de medicina. El sistema de ejercicios que acabó por popularizarse constituye en sí una filosofía que aspira a la armonía entre el cuerpo y la mente. Por lo tanto, cuando los niños se enfrentan hoy a una epidemia silenciosa de problemas posturales y respiratorios, su legado debiera ser revisitado cn más atención.
Padres y educadores tienen en sus manos la posibilidad de incidir en la salud de los infantes. No se trata solo de evitar dolores de espalda o pies planos, sino de construir una base sólida para la salud física y emocional ante esta era digital que avanza a un ritmo tan vertiginoso que no da tiempo a tomar consciencia de sus efectos.
Como escribió Pilates hace casi un siglo: “Es más fácil construir un niño fuerte que reparar un adulto roto”. Su obra, lejos de quedar en el pasado o dejarse llevar por modosmos, nos ofrece una guía o un atajo para la salud en la edad adulta: sin dogmatismos o fanaticadas, debemos aprender de él para enseñarle a los niños que cuidar del cuerpo es cuidar de la vida.
